jueves, 29 de enero de 2009
Teñida de ocaso
Hay ocasos que el aire difumina,
que los envuelve de misterio y
poesía que buscan la música de
la vida para después parar en tus
labios amor.
Hay sueños baldíos en terreno
pantanoso cercanos de esperanzas
y envueltos en risas tempranas
como la brisa fresca de cada mañana.
Hay amor en cada ventana un jazminero
de sabia enamorada que te ofrece el
viento de sus ojos para que veas la
tierna primavera que tiene cada rosa
que te besa.
Pero si ves que de pronto se abren
las puertas de la soledad de par en par
no temas que allí donde te queme la
herida siempre estarán mis manos para
curar tus lágrimas perdidas.
Ana Ocaña / El ocaso de la rosa
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